La música se toma las películas
- Estudio 54
- 24 oct 2018
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 25 oct 2018
(Reseña de A star is Born)
Autor: Camila Granados
En los últimos años hemos podido ver un incremento musical en las películas, hace dos años (2016) con el estreno de La La Land, la cual obtuvo seis galardones de la academia. En el 2017 con la Forma del Agua, Guillermo del Toro nos regalo cinco minutos dentro de la cinta que hacían parte de un musical a la antigua, en blanco y negro. Además, de la maravillosa música que acompañaba la película. Este año llega la película protagonizada por una de las mejores cantantes de esta generación, Lady Gaga, se trata de A star is Born
A Star Is Born (2018) relata la historia de cómo Ally, una cantante amateur, logra conseguir un puesto en la fama gracias a la ayuda de su pareja Jack. Es protagonizada por Lady Gaga (Ally) y Bradly Cooper (Jackson), quién también es el director de la película.

(Fotografía: Cine Colombia)
La película transcurre demasiado rápido, así como la musicalidad de la misma. No permite al espectador disfrutar al máximo la música. Todos los acontecimientos y los cortes de tiempo ocurren tan de prisa que no le dan tiempo al espectador para poder comprender sus cambios y cómo estos van hilando la narrativa.
A pesar de que cronológicamente se entiende que Ally va mejorando en el mundo de la música y la fama, mientras Jack va perdiendo poco a poco su audición y a su paso su problema de alcoholismo se vuelve más grave, junto con el exceso de drogas y depresión se va haciendo cada vez más notorio, no existe en sí un verdadero cambio en la musicalidad o en la forma en la cual se produce la melodía de la película.
No hay una mejora en la voz de Ally, ni una muestra clara de cómo su cambio de atuendo e imagen impactó su producción musical. Al igual, que no es claro cómo el perder la audición deterioró la forma en la cual Jack creaba su música.

(Fotografía: Cine Colombia)
Al final nos dejan con la canción de "I’ll Never Love Again", la cual Jack compuso para Ally en medio de su rehabilitación y de su depresión. Pero, esta canción encaja perfectamente en el momento en que Ally pierde a Jack.
Algo que hay que resaltar es cómo en la producción de esta película dejó de lado la típica producción de Hollywood, en la cual el hombre blanco heterosexual es el heroe de aquella mesera que cantaba en las noches en un bar drag. Aquella mesera no era perfecta, ni tampoco trataron de retocarla en post edición, incluso Cooper le dijo a Gaga que tenía prohibido usar maquillaje. Ally tenía su gran naríz, sus curvas y aquellos razgos naturales en la mujer que normalmente se tratan de cubrir por asuntos de “belleza” como las estrías y los cambios de tono en la piel.
Al final no existe un heroe, no existe una trama en la cual la doncella deba ser rescatada o el hombre principal logre dejar su problema con el alcoholismo y logre ser un ciudadano americano ejemplar. Al final muestran la cruda realidad de lo que es el suicidio y los problemas que la depresión puede acarrear.

(Fotografía: Cine Colombia)
Sin embargo, a pesar de sus aciertos, la película es pobre musicalmente. No se puede comparar a La La Land o a la Forma del agua. La música simplemente no sé disfruta, no es acorde a la narrativa de la película o la manera en la que esta se desarrolla. No obstante, no sorprendería que alguna de las canciones de la cinta logre tener una nominación a los Grammy o a los Oscar, ya que las piezas musicales por sí mismas brillan. Sin necesidad de la película, en especial "I’ll Never Love Again".
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